30 de mayo de 2011

Mapas

Nunca me gustaron los mapas. Quizás porque no los entiendo bien. Si, hablo en presente porque sigo sin entenderlos. Si le das a un niño pequeño un mapa, ¿qué es lo que puede ver? Manchas de colores, lineas punteadas, nombres escritos y demás elementos pictográficos. Creo que ese es también mi caso... Me refiero a que nunca me sedujo demasiado la idea de ver en un mapa la indescriptible belleza del mundo. Lo considero un reduccionismo tan burdo y sencillo, como útil y práctico.

Pero déjenme soñar un poco. Me pregunto sobre la primera persona que dibujó un mapa. Y pienso que hay muchas versiones sobre que era una utilidad para los comerciantes de la época, quienes se aventuraban a nuevos desafíos, atravesando obstáculos que nunca antes habían enfrentado, y todo el cuento que ya conocemos vastamente. Prefiero, en cambio, pensar que esa persona que diseñó el primer mapa, pertenecía a un selecto grupo, y quiero incluirme en él, de gente que no sabe dibujar. Parece una enorme contradicción, ¿no? Que alguien con el inmenso poder de observación como para reflejar en un dibujo miles de detalles del mundo, encontrara en una representación tan simple la guía necesaria para adentrarse en nuevos e inexplorados territorios.

A veces la simplicidad con la que pensamos al mundo a fines de nuestro siempre vigente pragmatismo, es la razón que hace que perdamos de vista lo real. ¿Un manchón celeste irregular para hablar del mar? Si alguna vez te sentaste a orillas del mar a contemplarlo, seguramente te sorprendió su inmensidad, su fuerza, la potencia de sus olas, lo vasto de su extensión, la belleza de su movimiento y la ferocidad de sus bramidos. Y sin embargo, nos conformamos con que en el mapa sea un poco de tinta azul desparramada.

Los mapas, además, dibujan con una claridad sorprendente los límites. Limites tan arbitrarios que parece un insulto darles tanta vida en el mapa. El viento soplando, el agua lavando y el mundo rodando, me hacen pensar que hay mucho de atrevimiento en hacer estático algo tan dinámico. En realidad, hay unos pocos límites que la naturaleza nos dió, el resto son invento del hombre y la cultura, en un intento descarado de dividirnos. Otra vez me atrapan pensamientos de ese incomprendible reduccionismo...

La última vez que miraste un mapa... ¿Buscabás el camino hacia algún lugar desconocido? ¿O querías encontrar alternativas para ir por otro lado hacia destinos que ya conocías? ¿Te nombraron un lugar que ni siquiera imaginabas que existía y fuiste a ver por donde se ubicaba?

Caminos. Machado nos deleita: "Caminante, no hay camino, se hace camino al andar, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar". Y en la belleza de lo que expresa, hay tanta verdad como inteligencia.

Si es cierto que los caminos los vamos creando, entonces ¿Qué es lo que miramos en el mapa? ¿Los caminos de los demás? ¿Caminos que haremos propios o que nunca van a serlo?

Si, definitivamente, los mapas nos sirven. Nos guían, pero a veces hay que salirse del mapa...  caminar por lugares que parezcan peligrosos, caminar nuestro propio camino. Claro, sin olvidarnos de las referencias que nos ayudan y, a veces, hasta salvan nuestras vidas, pero esas seguridades quizás nos dejen atados a un camino aburrido y que no tenga nada nuevo que aportarnos. ¡A tener cuidado! Hay que ir atentos a las señales, a las del mapa y a las de la vida, pero no apegarse tanto a la tranquilidad de los senderos ya transitados. Si lo importante es llegar a ese destino, que no te digan por donde ir. Creá vos ese mundo de posibilidades. Pie detrás de pie, eso si, un paso a la vez.

Y si no, pensá en los mapas de los tesoros. Todos tienen una equis roja donde está enterrado el tesoro. Pero si buscas una simple equis roja, seguramente te vas a olvidar lo que andabas buscando, y peor aún, te vas a preguntar que hacés buscando una marquita roja cuando deberías andar desenterrando tesoros. Te vas a desmotivar un poco, y en el peor de los casos, no vas a encontrar nunca el verdadero tesoro. Quizás el mapa tenga buenas cosas que darte mientras andás el camino, pero ojo, que las cosas se pueden poner un poco borrosas, acordate que buscás... ¡Y a no perder el tesoro de vista!

28 de mayo de 2011

Catarsis.

De tanto en tanto, le encuentro sentido. Hoy es uno de esos días.

Mirás alrededor, y decís: ¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué yo? ¿Por qué hice tal cosa y no tal otra? Y claramente, no hay nada mas intoxicante que ponerte a buscar esas respuestas. Porque a veces no podés ni  pensar por dónde empezar a buscarlas. Hay tanto adentro de la cabeza, una licuadora que hace que el mundo gire a mil millones de revoluciones por segundo. Una batidora sin escrúpulos que te hace sentir la culpa corriendo casi tan pura como la sangre. Te sacude sin dejarte respirar, te quiere confundir y te arrastra, te lleva, te trae, arriba, abajo, y más, más. En algún punto no lo querés ver, por eso no lo ves. O capaz si querés ver, pero estás más ciego de lo que creías. ¿Tan tarde será? ¿Pasó, lo soné? ¿Dónde estuve metida todo este tiempo? ¿Estás asustada? SI, MUY. Y cuando se te cae la venda de los ojos, llega el balde de agua frío. Todos los reproches hacen fila para que los escuches. No falta ninguno. Y lo peor de todo es que claramente son ciertos, reales, dolorosos y te marcan. Creés que nunca te vas a perdonar. Y vos no querés escuchar. Te querés ir y decir BASTA. Ya pagué. Hice cosas que no debía, porque no sabía, y estaba confundida. Pero de tu cabeza no te podés escapar. Te habla igual. Te va a hacer escuchar el  sermón hasta que no lo soportes y te doblegues. Bajo, vas a caer tan bajo que vas a pensar  que ya no hay soga que te salve.

De repente, todo eso que creías, no está más. Esas personas en quienes confias, no son más que nombres sueltos y sin sentido. Tus creencias, tus principios, tus valores, tu fé. Parece que se fueron junto con el pedacito de vida que tiraste a la basura hace un tiempo atrás. Te juzgás. Los juzgás. Llorás. Gritás. Pedís perdón. Pedís aire para respirar. Pedís una meta a la cual dirigirte. Porque estás caminando sin sentido, y los círculos que das te están comiendo de adentro hacia afuera. No entendés. Tratás de pensar. Respirás profundo. Implorás.Agradecés. Perdonás. Sanás. Y casi casi que revivís. Empezás de cero, otra vez. De algún lado que no conocías, sacás más fuerzas de las que soñabas que tenías. Y te reís. Te hace sentir mejor. Qué tonta fui, pensás. Si, muy tonta. Muy ingenua. ¿Te dejaste llevar? Si, claramente. Te advirtieron? Si, te lo dijeron muchas veces. ¿Te quemaste? Si, también. No importa.  Tengo todo el derecho del mundo a equivocarme. Y si me arrepiento, voy a desandar mi camino. Yo elijo lo que hago de mi vida, la creo segundo a segundo. Ahora hay otra oportunidad para que la energía se vuelva a canalizar, hacia vos, hacia tu centro mismo, hacia la luz. Enfocate, no te dejes llevar. El suelo no está más. Así que tené cuidado por donde pisás. Porque un paso en falso te va a dejar cicatrices más intensas de lo que quisieras.

Y yo que no sabía para que escribía entradas en el blog!!! Ahora lo sé, porque cuando necesité respuestas las encontré en mi misma, en esas palabras que yo misma escribíí. En algún punto lo había entendido, sólo que me las olvidé por un rato. Ahora las tomo, más fuerte que nunca las sostengo y las hago parte de mi ser. En esos días que no hay luz, cuando afuera está todo oscuro y parece que nada está bien, hay una luz, chiquita pero latente. Está adentro tuyo. guiandote para que no desesperes. Aunque te niegues a creer que sigue, está ahi, y crece si la alimentás de amor. Aunque el camino está lleno de gente que te quiere apagar la luz. Deciles que no pueden, que no tienen la fuerza suficiente para torcer lo que con amor creaste. No hay tanta oscuridad que te pueda envenenar. Tu luz es tan indestructible como tu fortaleza. Por no decir, que una es la otra, y viceversa.

El señor Freud tenía tanta razón cuando buscaba la cura en las palabras. Exteriorizalo, o te va a comer.

La vida es más compleja de lo que parece, ¿No Drexler? O más simple...
Gracias por predicar en tu idioma.
[ Pensaste que me iba a quebrar y subiste tu apuesta, ]-[ Lo que dolería por siempre, ya se desvanece, la vida es más compleja de lo que parece...]