De tanto en tanto, le encuentro sentido. Hoy es uno de esos días.
Mirás alrededor, y decís: ¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué yo? ¿Por qué hice tal cosa y no tal otra? Y claramente, no hay nada mas intoxicante que ponerte a buscar esas respuestas. Porque a veces no podés ni pensar por dónde empezar a buscarlas. Hay tanto adentro de la cabeza, una licuadora que hace que el mundo gire a mil millones de revoluciones por segundo. Una batidora sin escrúpulos que te hace sentir la culpa corriendo casi tan pura como la sangre. Te sacude sin dejarte respirar, te quiere confundir y te arrastra, te lleva, te trae, arriba, abajo, y más, más. En algún punto no lo querés ver, por eso no lo ves. O capaz si querés ver, pero estás más ciego de lo que creías. ¿Tan tarde será? ¿Pasó, lo soné? ¿Dónde estuve metida todo este tiempo? ¿Estás asustada? SI, MUY. Y cuando se te cae la venda de los ojos, llega el balde de agua frío. Todos los reproches hacen fila para que los escuches. No falta ninguno. Y lo peor de todo es que claramente son ciertos, reales, dolorosos y te marcan. Creés que nunca te vas a perdonar. Y vos no querés escuchar. Te querés ir y decir BASTA. Ya pagué. Hice cosas que no debía, porque no sabía, y estaba confundida. Pero de tu cabeza no te podés escapar. Te habla igual. Te va a hacer escuchar el sermón hasta que no lo soportes y te doblegues. Bajo, vas a caer tan bajo que vas a pensar que ya no hay soga que te salve.
De repente, todo eso que creías, no está más. Esas personas en quienes confias, no son más que nombres sueltos y sin sentido. Tus creencias, tus principios, tus valores, tu fé. Parece que se fueron junto con el pedacito de vida que tiraste a la basura hace un tiempo atrás. Te juzgás. Los juzgás. Llorás. Gritás. Pedís perdón. Pedís aire para respirar. Pedís una meta a la cual dirigirte. Porque estás caminando sin sentido, y los círculos que das te están comiendo de adentro hacia afuera. No entendés. Tratás de pensar. Respirás profundo. Implorás.Agradecés. Perdonás. Sanás. Y casi casi que revivís. Empezás de cero, otra vez. De algún lado que no conocías, sacás más fuerzas de las que soñabas que tenías. Y te reís. Te hace sentir mejor. Qué tonta fui, pensás. Si, muy tonta. Muy ingenua. ¿Te dejaste llevar? Si, claramente. Te advirtieron? Si, te lo dijeron muchas veces. ¿Te quemaste? Si, también. No importa. Tengo todo el derecho del mundo a equivocarme. Y si me arrepiento, voy a desandar mi camino. Yo elijo lo que hago de mi vida, la creo segundo a segundo. Ahora hay otra oportunidad para que la energía se vuelva a canalizar, hacia vos, hacia tu centro mismo, hacia la luz. Enfocate, no te dejes llevar. El suelo no está más. Así que tené cuidado por donde pisás. Porque un paso en falso te va a dejar cicatrices más intensas de lo que quisieras.
Y yo que no sabía para que escribía entradas en el blog!!! Ahora lo sé, porque cuando necesité respuestas las encontré en mi misma, en esas palabras que yo misma escribíí. En algún punto lo había entendido, sólo que me las olvidé por un rato. Ahora las tomo, más fuerte que nunca las sostengo y las hago parte de mi ser. En esos días que no hay luz, cuando afuera está todo oscuro y parece que nada está bien, hay una luz, chiquita pero latente. Está adentro tuyo. guiandote para que no desesperes. Aunque te niegues a creer que sigue, está ahi, y crece si la alimentás de amor. Aunque el camino está lleno de gente que te quiere apagar la luz. Deciles que no pueden, que no tienen la fuerza suficiente para torcer lo que con amor creaste. No hay tanta oscuridad que te pueda envenenar. Tu luz es tan indestructible como tu fortaleza. Por no decir, que una es la otra, y viceversa.
El señor Freud tenía tanta razón cuando buscaba la cura en las palabras. Exteriorizalo, o te va a comer.
La vida es más compleja de lo que parece, ¿No Drexler? O más simple...
Gracias por predicar en tu idioma.
Gracias por predicar en tu idioma.
[ Pensaste que me iba a quebrar y subiste tu apuesta, ]-[ Lo que dolería por siempre, ya se desvanece, la vida es más compleja de lo que parece...]
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