Estamos aprendiendo, y no lo notamos. Todo el tiempo pasa algo que nos lleva hacia un destino. La vida nos da todos los indicios necesarios, y en base a lo que aprendemos, recorremos un camino. Tomamos decisiones, y cada vez que decidimos, algo queda atrás. Es el precio. Consiste en elegir, optar con el corazón.
Y a veces, hay cosas que nos causan dolor, no todas las decisiones que tomamos son igual de fáciles, y el dolor lo causa nuestro miedo a elegir incorrectamente.
Ojalá no hubiera miedos, y ojalá a veces no tuvieramos que elegir, ni perder.
Pero dado que siempre tendremos que hacerlo, volvemos a poder elegir. Y se puede elegir crecer, hasta que el dolor sea menor, o se lo lleve el tiempo. Todo pasa, y aunque a veces creemos que no, nos sobreponemos a las cosas más inesperadas.
Podés aprender que el que no arriesga no gana, y que la decisión que tomes va a estar bien, si lo sentís realmente, no hay chances de que te equivoques. Y podés aprender más aún: De lo que perdiste, también se aprende. Hay que querer comprender, porque por ahí te está ahogando algo que en realidad debería salvarte. Busca bien, no te quedes con la primera impresión, dalo vuelta hasta encontrale el otro lado, el porqué. Nada pasa porque si, lo que se queda se tenía que quedar, lo que se va se tenía que ir. Y en el medio vos, sólo vos, sólo vos.
Y te aseguro que hay una recompensa, muy muy grande, y muy muy grata. Vale la pena. Aunque primero vas a tener que aprender a mirar con los ojos del corazón, y de repente vas a poder ver tantas cosas nuevas, tanto que estaba esperándote y nunca te habías detenido a mirar realmente... Esos ojos te van a llevar mucho más lejos de donde hayas soñado llegar alguna vez, vas a poder volar, alto y lejos.
Creer es el único secreto